lunes, 6 de junio de 2011

La odisea del bajo (veinte años y veinte kilos)

El viejo y querido Maxtone...
Creo que fue cuando tenía 15 o 16. Junto a unos cuantos compañeros del colegio teníamos ganas de armar una banda de rock. O algo parecido. El problema es que teníamos sólo eso, las ganas. Alguien podía conseguirse una guitarra, otro tenía un amigo al que quizás le prestaban una batería. Yo tenía un teclado, pero no era suficiente: “Lo que nos falta es un bajo”. La sentencia era un problema porque ninguno tenía ni un vecino de un amigo de un primo que tuviera uno. No era un instrumento popular, digamos, pero sin él la banda no tenía presencia. O eso suponíamos. La cosa es que todas las bandas tenían uno, así que no podíamos ser menos.
Yo no sabía tocar bajo… ni siquiera guitarra, de hecho. Tenía en el cuerpo las clases de piano de los 4 a los 11 años, de las que algo me acordaba y muchas ganas de que la cosa funcionara (en mi condición de líder, vocalista y dictador). Por eso tomé el desafío como un tema personal. Con ese aval, hice lo que cualquier muchacho trabajador y esforzado habría hecho… conté mis exiguos ahorros… y luego fui donde mi papá. “¿Un bajo? ¿Cuál es el bajo?”, me preguntó contrariado mientras bajaba por unos segundos el cuerpo C de El Mercurio para mirarme. “Ese que suena dum, dum, dum, duuum”, dije en afán didáctico. “Pero eso es como el arroz… te compro una guitarra eléctrica si quieres”, contraatacó mi padre mientras volvía a alzar el periódico… La tentación no era poca. Pero un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer. Aunque tenga 15.
Así fue como me hice con mi primer bajo, comprado con su gentil auspicio en la Casa Amarilla: un Maxtone sunburst. Era bonito, sonaba mal y se sentía como tener colgado un tronco mojado sobre la espalda. Era justo lo que necesitaba.
Estuve tardes completas sentadas con el bajo colgado y el teclado al frente tratando de descubrir qué espacio correspondía a qué nota. Aprendí a tocar rudimentariamente, con ampollas en los dedos que me obligaron por un buen tiempo a sumergir los dedos en un vaso con agua helada después de cada tocata o ensayo.
El bajo más famoso del mundo.
Yo creo que desde esa época quise tener el bajo de los Beatles. No sólo por mi creciente fanatismo por ellos, sino porque se veía tan fácil de tocar, tan liviano. Era bonito y sonaba bien. Y bueno, no me imaginaba a McCartney con los dedos en un vaso con agua después de cada recital.

16 de marzo de 2011
Hello,
I'm writing you because I want to know if there is a shop or dealer of your products in Beijing. I'm going to China next month and I want to buy a bass.
Regards,
Supercomedian
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Cuando supe que iba a China por tercera vez (este blog tiene el testimonio de viajes anteriores), no lo dudé. Había visto en el sitio del fabricante del bajo (que no menciono para que no rastreen este post), que tenían una dirección en Beijing. Era la gran oportunidad de cumplir mi sueño, casi veinte años y veinte kilos más tarde. Así que busqué el contacto y mandé un primer mail con toda la fe.
Para mi sorpresa, la respuesta llegó pocos minutos después. Claro, era de noche en Chile, pero mediodía en China.
“When you arrival Beijing you can contact me for further information”, me decía nada menos que el gerente general en la capital china, el señor Cheng. Era un primer triunfo.
A partir de ese momento, todo se puso algo confuso. A pesar de mis sucesivos correos, Mr. Cheng me respondía evasivamente, pidiéndome que lo llamara por teléfono una vez que estuviera en Beijing, algo que no me entusiasmaba mucho. Luego de un par de mensajes conseguí que me diera los precios de los distintos tipos de bajos. El más barato valía la mitad de lo que vale en Chile. Otro triunfo, si lograba que finalmente me entregara la dirección de alguna tienda donde encontrarlo. La única que tenía, parecía ser la de la fábrica.

Un mes después…
Una semana antes de partir, escribo un último mail…
Hi,
I'm going to Beijing next week, and I want to know if this is the address of your shop in the city or is just a company address:
No. 1 JinXu Industrial Zone,
Beijing
Please tell me until what time is the shop open.
Best regards,
Supercomedian
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La respuesta no me dejó tranquilo…

Dear Supercomedian,
That is the company address, when you come please contact Mr. Xin 78834986 and let him know what instrument you want to buy. Thanks!
Best regards/Besten Gruss
Mr. Cheng
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Eso de tener que ponerme al teléfono con Mr. Xin me daba mala espina. ¿Por qué no me decían donde ir a comprar y listo? “Amigos, soy chileno, quiero ir a un lugar, y pagar con Redcompra” era mi lema. Raro.

Una semana después...
En un céntrico hotel de Beijing, y luego de sacar las cuentas de cuántos yuanes podía gastar, tomé el teléfono y llamé a Mr. Xin. No hubo respuesta.
Tomé el netbook y escribí…

Dear Mr. Cheng,
I'm calling Mr. Xin but I can't find him. I'm in Beijing right now, and I will be in the city until next Sunday. Please tell me where can I go to find your products in the city.
Best regards,
Supercomedian
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Un minuto después, leo en mi bandeja de entrada:

Dear Supercomedian,
Please try to call him again.
Best regards/Besten Gruss
Mr. Cheng
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Claramente no nos estábamos entendiendo. El amigo Cheng no entendía que yo venía desde el otro lado del mundo, ni el sueño de veinte años, ni los dedos en el vaso ni nada. En ese momento pensé en abandonar la misión y aceptar el fracaso. Estaba remojándome en pesimismo cual carne mongoliana en la soya, cuando otro mensaje llegó al Inbox…

Dear Supercomedian:
Hi I 'm Xin ,and sorry for making you wait so long. If you are still in Beijing you can try to call me again, at the number: 78834986, or directly at my Mobile phone: 13532102xxx.
Best regards
Mr. Xin
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En una primera instancia pensé que los chinos me tenían para el 乐趣. Pero luego tomé el teléfono y marqué. Una operadora me contestó en chino. Pregunté en mi mejor inglés por Mr. Xin. Ella me respondió en su mejor chino de qué cresta estaba hablando, y así pasaron algunos segundos, en que ella conversaba con alguien, mientras tapaba el auricular (como si fuera necesario). Luego de unos cracks, y pops, una voz masculina, con un inglés básico se asomó al otro lado de la línea. Mr. Xin himself. Tipo simpático, me explicó (o eso entendí), que tenía problemas en responderme mucho por mail, porque se le complicaba el inglés. Luego de conversar un rato, por fin pude comprender que la única manera de conseguir el bajo era yendo a la fábrica directamente, y que mi interlocutor entendía la mitad de lo que yo le decía. Después de negociar un descuento (TODO se negocia en China) y ponernos de acuerdo en horarios de atención, quedamos en que me iba a recibir personalmente en la fábrica. Cuando quiso explicarme cómo llegar, comenzaron los problemas. Para mí era imposible retener la estación de metro que él me indicaba y para él era imposible escribirla en inglés. Estuvimos dándole vueltas a una solución, mientras me contaba que tocaba guitarra y le gustaban los arrollados de primavera. Teníamos mucho en común.
La cosa quedó así. Yo me subiría a un taxi, lo llamaría a su celular, él hablaría con el taxista y luego el auto me llevaría a un sitio eriazo donde me descuartizarían y transformarían en wantán. Al menos ese era uno de los riesgos del plan…

8 comentarios:

  1. jjajajajaj la segunda parte por favor!!! De hecho no te descuartizaron!

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  2. Reemplazaron a Paul McCartney y no me van a reemplazar a mí...

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  3. Excelente Historia... mencion honrosa y orgullos m esiento de haber tenido en mis brazos y tocado a tronco mojado sunburst, y lo mejor, acompañado con mis acordes y melodias de mi viejo y querido Kawaii... vive aun?

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  4. Efectivamente, el viejo Kawaii aún vive, aunque en condiciones algo extremas. De vez en cuando pregunta por usted. Ha sido salvado de manera sucesiva del desalojo... Un abrazo!

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  5. Interesante, ya conozco la historia pero el relato es otra cosa y para eso tú te manejas!

    Saludos!

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  6. Felinski10:28 a. m.

    jajaja... Y yo que te iba a pedir que me trajeras algo.. Es más complicado de lo que pensé. La segunda parte, por favor!!

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  7. Cristina10:28 a. m.

    Jajajajaja.... como siempre muy buen relato... que llegue luego la segunda parte

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  8. Paciencia... y gracias a todos por leer!

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