lunes, 25 de julio de 2011

De aviones y aeropuertos (Bibimbap)

Aeropuerto de Beijing. Un momento de inspiración.

Viajar solo, o casi solo, siempre es una experiencia límite. En especial cuando hablamos de pasar cerca de 30 horas sobre un avión en clase turista, tiempo suficiente como para que el sistema de diversión a bordo, los libros que llevaste, el catálogo del duty free, las advertencias de seguridad e incluso la sospechosa bolsita de papel frente a tu asiento se te hagan insufribles. Al final lo que te queda eres tú, y tu cabeza que funciona intermitentemente, semidespierta y apoyada en una almohadita que nunca terminas de acomodar bien y que siempre encuentra la manera de escapar hacia el lado. Tú y las azafatas que insisten en darte comida, café o lo que sea justo cuando te estabas quedando dormido. Tú y esas cosas que no habías tenido tiempo de pensar. Tú y tus ojos mirando a los otros viajeros, tratando de adivinar sus historias, su tránsito. Ese, supongo, es el viaje dentro del viaje.