viernes, 21 de diciembre de 2007

The dream is over (Te vas con todo, te vas con nada)

El sueño del rock me persigue desde chico. Quizás desde que descubrí una zampoña colgada en una pared de mi casa y quise sacarle algún sonido. Cualquiera que haya tomado una guitarra sabe a lo que me refiero. Hacer que un acorde bote una casa, que alguien cante una canción que salió de tu cabeza, o simplemente que mueva la pata mientras intentas llenar el espacio con una idea es algo que siempre he querido y querré lograr.
Se acaba Piegrande. Después de dos años de buenos y malos ratos, había que parar y evaluar los daños. Darse el tiempo para hacer otra cosa los sábados en la tarde, salir de la rutina del ensayo y simplemente dejar de verse las caras. O casi. Porque aunque la amistad esté intacta, las ganas se tomaron unas vacaciones largas, como puede pasar en un matrimonio o en la pega. Esto no es muy distinto y sí lo es.
Soy de finales engañosos, así que tampoco es de extrañar que haya más sorpresas a la vuelta de la esquina. Siempre dije que Piegrande era el último intento de hacer algo de verdad. Y puede que sea cierto. Tan real como que no podría dejar las cosas así. El fútbol y el rock tienen revanchas, y aunque no todas se jueguen a estadio lleno, siempre hay un último disparo al arco. Y yo quiero mi gol de oro.
Aprovecho de darles las gracias a todos los que tuvieron la paciencia de escuchar y aplaudir, porque quizás esa pequeña alegría se va a echar mucho de menos. Casi tanto como los ensayos, esa excusa semanal para hablar de cualquier cosa, jugar unos goles y soñar. Definitivamente soñar.

Un abrazo para todos.

martes, 6 de noviembre de 2007

Perdiendo el norte

Foto: 7 de la mañana, valle Nevado, -4 grados. Sólo una muestra de la pega.

No, no hace falta que lo digan. Sé que este blog no se renueva con la frecuencia que uno quisiera, como el Gobierno. Pero créanme que después de hacer 15 entrevistas, 4 reportajes, páginas sociales y varias notas menores uno no queda precisamente con ánimo para seguir escribiendo. (quién iba a pensar que había tanta cosa que hacer para una revista de transportes Ni siquiera a la gente. Quizás me estoy poniendo viejo, y los 30 años se me vinieron encima. ¿Cosas para contar? Siempre guardo alguna sorpresa para premiar la paciencia de mis fieles seguidores.

Antofagasta
Yo soy sureño de crianza, así que no conocía mucho el norte. Alguna vez había estado en Copiapó en un congreso de contaminación lumínica, donde aprendí todo lo que siempre había querido saber sobre faroles y luminarias (después de eso me transformé en la sensación de cumpleaños y sobremesas). Antofagasta es otra cosa. Tiene playa, tiene sol y calor. O sea todo lo que odio. Pero además tiene desierto, y eso es lo mejor. El desierto y yo nos hicimos amigos a la primera, quizás porque no quedaba otra (todo el rato pensaba en canciones festivaleras como “Camino a Socoroma” y esa de la reina del Tamarugal mientras iba en la carretera).
Estuve una semana en la capital regional, que incluyó un viaje ida y vuelta a Iquique (en un Corsa arrendado), y mi contemplación del camino costero en que la carretera quiebra con su paso el abrazo de la playa y el desierto (el poeta). Además fui a la Zofri. Wena, pero ni tanto, como dice el 99% de sus visitantes. Volviendo pasé al local de Doña Rosa en el Mercado de Tocopilla para ver en partido Chile-Perú, donde comí el mejor pescado frito que he probado en mi vida (lo mismo dijeron las moscas). Queda lejos, pero se los recomiendo.
¿Qué hice en Anfofagasta? Básicamente cubrir una feria regional de transporte en medio de camiones, grúas, comida, bebida, modelos y música bailable.
Ahí figuraba yo, paseándome preocupado del bloqueador mientras las hordas se peleaban por conseguir una foto con alguna de las promotoras, todas ex chicas Mekano vestidas con trajes galácticos que se prodigaban entre púberes ávidos de tener en sus celulares una imagen con ellas para luego subir a su fotolog o al facebook como Tapia, mientras los más viejotes hacían esfuerzos por pasar piola mientras deslizaban sus manos hacia abajo a la hora de abrazar sus caderas posando.
En el backstage, donde tenía acceso por ser parte de la producción, las niñas comentaban sobre el calor, sus vidas y recortaban sus petos para adecuarlos a su cuidada anatomía.
Además de dedicarme a recolectar lápices, calugas y prospectos de los distintos stands (costumbre que tengo desde que asistía a la FISA siendo cabro, y pedía hasta los folletos de motores del stand de Kirjistán), tuve que hacer decenas de fotos sociales, que implican pedir el nombre de gente a la que no te interesa conocer, pero que igual terminas recordando el resto de tu vida.


Merlens
Como estrella fundamental del evento, los camioneros tenían a Merlens (su nombre fue alterado a propósito), la estrella venida a menos que relanzaba su carrera en el evento. Ultra siliconada y grotesca, la “diva” fue recibida con una caravana de cerca de 60 camiones que iba tras su bus especialmente habilitado onda papamóvil, y en el que yo también figuraba, con la intención de hacerle una entrevista lo menos relevante posible.
Acá está parte del resultado:

Merlens, antes que nada, quería decirte que ese traje es intergaláctico, porque te ves de otro planeta… (piropo viejo pero siempre efectivo)
Jajaja, gracias ¡qué lindo piropo!

Dime Merlens, esto de relanzar tu carrera acá en Antofagasta ¿es una manera de “apechugar” frente a las críticas?
Es una manera de apechugar frente a las críticas y ante todo. La verdad es que la invitación me la hicieron con mucho cariño y estoy tremendamente agradecida. Esta caravana ha sido tremendamente exitosa (saluda). Esto es alucinante. Para mí es muy importante recibir este cariño en estos momentos… mira ese que está pilucho allá (un obrero saluda casco en mano a la caravana). ¡Yuuujuuu! Antofagasta ha sido siempre maravillosa.

Me imagino que acá los hombres son muy cálidos.
Jajaja… ¡Extremadamente! Pero son muy respetuosos también.

Cuando un hombre quiere hacerse el lindo contigo… qué prefieres que te regale… ¿flores, o un “peluche”? (por el Peluche Dueños, por si alguien no cayó)
Mmmm… Prefiero el peluche porque por último queda. Las flores tienen una vida súper corta…jajaja.

¿Primera vez que lo haces en un bus? Me refiero a dar una entrevista… (Un poco rasca).
¡Y más encima con movimiento! jajaja (no, parece que no era la primera vez).

Dicen que es más fácil así… entrevistar, digo. (Rasca de frentón)
¡Qué eres cabro chico!

¿Tienen su lado sexy los camiones? ¿Qué te produce el camionero nortino?
No sé, son tan exquisitos, tan deliciosos. Son cariñosos, son corpulentos, son morenos, tostados por el sol (no, no es mi descripción). Son amorosos y súper lindos todos.

Oye ¿y todo bien con tu salud? Con las nuevas “incorporaciones”.
Sí, ¡ya recuperada de todo!

Cuando te acuestas en la cama de espaldas, ¿alcanzas a ver la tele?
Jajaja… si, si no es taaaaanto. ¡Puedo hacer de todo! (dudo que vea)

Una entrevista digna del diario popular o el matinal de Chile. Un triunfo del periodismo nacional. Tito Mundt, sacúdete en tu tumba.
En un próximo capítulo les contaré sobre mi llegada a la pantalla grande.

Éxito para todos.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

EL RETORNO (PARTE 2 Y FINAL)




Iba a hacer una trilogía con mi retorno, para luego vender los derechos a Hollywood y aparecer en medio de animatronics y personajes generados por Industrial Light & Magic, pero me dio lata. Tenía listo el casting: para el primer capítulo, cuando estaba con el pelo largo, mi rol lo iba a hacer Brad Pitt con un look tipo Leyendas de Pasión. En la segunda parte, con el pelo corto, me iba a interpretar Zac Efron (sí, me veo más cabro después de ir al peluquero). Además así le podía poner unas escenas cantadas y bailadas, sacar un disco y un álbum Salo; y la tercera parte sería con Remigio Remedy y sólo para la televisión, después del fracaso de crítica y taquilla de la segunda película (esto luego de sostener conversaciones con Tom Cruise, Kevin Bacon, Jim Carrey y Matt Damon). El reparto original incluía a Natalie Portman como la Pame, Jake Gyllenhaal (sí, el vaquero gay) como el Míster, Samuel L. Jackson como el Negro, Eddie Murphy como el Pablo, Bruce Willis o Jason Statham como el Farrios, Tom Hanks como el Gonza, Benicio del Toro como Arrizaga y Adriano Castillo (compadre Moncho) como Novoa. Para la Coni planeaba un casting masivo de niñitas en un mall capitalino (Dakota Fanning está muy crecida para el rol). Hubiera sido lindo, pero prefería terminar esto del regreso acá… Ahora que soy un empleado de 9 a 18 horas tengo que optimizar mi tiempo.

Transformer
Como les contaba en el post anterior, luego de la desaparición del indio (al que llamaremos Fabrizio por su notoria forma fálica), mi suerte comenzó a mejorar. A poco andar y tras una postulación electrónica (de las miles que he hecho), me llamaron de una empresa de comunicaciones. Curiosamente, y luego de un dato de mi querida ex colega “Orchar”, accedí a un casting que estaba haciendo el principal diario farandulero del país para buscar a un reemplazante que trabajara con ellos por un mes en la sección de… farándula (osea todo el diario).
La entrevista en la agencia fue piola: La idea era editar, reportear y escribir para una revista privada de transportes de cerca de 150 páginas en papel couché y con un look que no tiene nada que envidiarle a la revista Paula (pero con modelos siliconadas en vez de pelolais). Además de darme un ingreso seguro, me permitía continuar con mis actividades extraprogramáticas para lograr mi sueldo ético. Poca gente, poco atado, algunos viajes. Todo bien. Ideal para reconstruir mi imperio financiero después de esta crisis asiática (no tengo plata ni pa arrollados de primavera).
La experiencia con el medio farandulero se dio distinta. Como primer requisito tuve que ver un programa de farándula que dan los viernes por la noche, especie de Informe Especial gritón del rubro y escribir una crónica. La idea era entregarla esa misma noche. El lunes siguiente me citaron a una entrevista. Entrar a ese diario fue intimidante. Era como la redacción donde trabajé por seis años, pero multiplicada por 20. Las piernas me temblaron un poco, pero seguí caminando digno hacia la oficina del editor, con la mente en puesta en no tropezarme con nada, que no se me asomara nada en la nariz y con una sonrisa de confianza (que comprobé era una mueca al mirarme en un vidrio, así que la suspendí). Conversé con el tipo por varios minutos. De mediana edad y escaso pelo, no se creía mucho el cuento de la farándula. “De vez en cuando todos salimos a respirar para sacar la cabeza de esto”, me dijo. Revisó mi currículum y me dio a entender que estaba un poco sobrecalificado… Analizamos el panorama televisivo actual y el devenir de los medios con tono de panelista de Tolerancia Cero (mi guata me haría encajar perfecto en ese programa). “Todo bien” le dije yo, y cruzamos frases de buena crianza.
Al día siguiente me llamaron de la agencia. Me citaron para decirme que estaba seleccionado de entre una larga lista de postulantes que incluía a dos primates y algunos chicos reality. Feliz, acepté y me transformé en Optimus Prime, el rey de los camiones (“Eris como el Caroca”, me dijo el Míster). Ahora estoy aprendiendo sobre chasis, inyección, motores, Euro III, tarificación vial y todos esos temas que siempre quise investigar (¿?). La idea era empezar dos días después.
Claramente el diario farandulero me había descartado: habían pasado dos días luego de la reunión y mi último día de libertad y nunca me llamaron. El jueves ya estaba ojeroso pero jovial en mi nueva oficina, pensando en qué es un freno de motor cuando sonó mi celular. El diario farandulero me quería. Antes de que me hicieran una propuesta dije que gracias, pero no (soy un hombre de palabra), aunque por un segundo me imaginé reporteando en el cumpleaños de Luli hasta las 4 de la mañana. ¿Habrá sido la venganza de Fabrizio? Yo creo que al final siempre todo es para mejor… y lo digo como un experto… mal que mal, “uno que ha escrito de camiones”…

miércoles, 5 de septiembre de 2007

EL RETORNO (PARTE 1)

Sí, la gente lo pedía a gritos… aunque ni tanto. Incluso MKB (¿Mortal Kombat Bicentenario?), había intentado hacerme escribir acá a través de una de esas cadenas blogueras (truco sucio pero efectivo). Pero no pude. No fui capaz de salir de mi ostracismo tibetano. Me gustaría decir que estuve lejos, que me perdí cultivando té verde en Camboya o que dediqué mis esfuerzos sanando con abrazos a la gente en un evento en Espacio Riesco, o escribiendo la Cantata de la Torre Santa María. Pero no. Estuve acá, donde siempre… aunque ausente, intentando resolver los problemas de un freelanceo que estaba llevándome a la debacle financiera, lo que había generado protestas constantes en los gremios hogareños que habitan junto a mí, además de sumirme en un estado de decepción e interrogantes continuas. ¿Se había ido mi suerte?
Siempre he dependido en gran parte de mi buena fortuna, cualquiera que me conozca lo sabe. Lo cierto es que hace meses vivía la otra cara de la moneda: nada me resultaba. Esto se transformó en un drama en la parte laboral-económica. “Algo pasa que andas con mala suerte”, incluso me dijo la siempre aguda Pame. Y yo lo sabía, muy dentro. La buena estrella me había abandonado. Por primera vez estaba solo. Claro, cuando se te atraviesan 5 gatos negros en una semana, debe ser una señal (a estas alturas soy yo el que les trae mala suerte a ellos). Había un misterio que resolver.

El indio negro
Dentro de los souvenirs que me traje de mi viaje a México, el año pasado, hay una figura hecha en obsidiana, la piedra sagrada de los mexicas, que –se supone- tiene propiedades energéticas especiales. Es un indio bastante tosco y no muy grande, que hasta antes de cambiarme de casa estuvo sobre el bar, desde donde un día se cayó y se partió. Diligente, lo pegué con la gotita (cuando uno compra la gotita anda buscando cosas para pegar). Este año había subido de nivel, ya que el cambio de casa lo trasladó a mi velador, un ascenso no menor (sólo una estatuilla de colección de Batman que uso para dejar mi anillo de matrimonio había alcanzado tal honor, junto con todos los cachureos y regalos que la Coni suele trasladar a mi pieza)… Dentro de mi extrañeza por la mala racha, comencé a estudiar con detención al indio. Su mirada negra e impenetrable de souvenir turístico no me daba muchas pistas, tampoco los libros que leí de niño, ni los programas de denuncias periodísticas. Y eso que hay caleta. Levanté la mirada al cielo y grité por una explicación, rasgando mis vestiduras. Error. Dios no atiende los días nublados, todo el mundo lo sabe. Nunca he tenido nada contra los aborígenes, de hecho participé en una ópera rock en honor a Caupolicán, pero este indio parecía tener una mueca de satisfacción. Como de misión cumplida. Por un momento comprendí que su energía estaba algo así como interfiriendo con la mía (supuse). Además estaba roto (no como el monumento que hay en la Plaza de Armas eso sí, que puede tener que ver con cómo le va al país. Piénsenlo). Y además es bien feo en realidad, así que no tenía nada que hacer en mi velador (por eso lo saqué, el resto es el efecto dramático necesario). Lo puse escondido en una caja aún sin desembalar (que seguramente quedará así por los siglos de los siglos). Al día siguiente recibí un mail para presentarme a una entrevista de trabajo. A la semana me habían llamado de una empresa de comunicaciones y un medio masivo (ese especialista en copuchas y que leen durante 3 horas en todos los matinales). A los diez días ya estaba trabajando. ¿En qué? Ese es otro cuento.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Pesadillas (I y II, en 3D)

Pesadilla 1
Sí, sé que llegué más tarde que bus clon al tema del Transantiago. Ahora que ya está todo dicho y hecho. Que hasta Iván se baja de la micro, pero por la puerta de atrás.
Mi primera impresión del plan la tuve desde Brasil, cuando no pasaba de ser una anécdota ver a la gente colgando... Después en Chile me declaraba un abierto fan del nuevo orden, de la reducción de micros, del adiós al ruido y la bienvenida a las calles expeditas... hasta que debuté como usuario. El Transantiago y yo nos odiamos. Simplemente no nos soportamos... Pa qué gastar más pixeles repitiendo las quejas de todas las viejas que entrevistan los noteros de los matinales. Pero sí, me he encontrado varias veces sin plata en la Bip! y sin tener un lugar donde cargarla en kilómetros a la redonda, y he andado apretujado (no manoseado, menos mal) en micro y metro.
En todo caso, tengo entendido que todo se va a arreglar cuando los buses orugas se transformen en mariposas, y se lleven a la gente volando con sus alas multicolores. Entonces Zamorano devolverá toda la plata y se abrirán las grandes Alamedas segregadas.
En realidad lo que me llama más la atención no es el pésimo cálculo de la gente que está detrás del peor fracaso gubernamental en años (wena el Farrios!). Ni siquiera la irresponsabilidad de instaurar la política del "ensayo-error" en la vida de millones de capitalinos. Tampoco esa facilidad para ofrecer soluciones parche que sirven menos que billete de 500... lo que me alarma es la cuenta regresiva para el colapso social. Y no me refiero a alguna gente botando la reja del metro para entrar, ni la rotura de los ventanales de una micro amarilla pintada de Transantiago... Estoy hablando de una verdadera y masiva movilización social que probablemente va a dejar la cagá, y que es inminente. Porque claro, una cosa es que yo me enrabie con el sistema después de esperar por una micro llena de vez en cuando... pero otra cosa es la rabia acumulada diariamente por un obrero que tuvo que trabajar cargando sacos de cemento a todo el sol, esperar 45 minutos por una micro llena y que además lo deja a 20 cuadras de su casa. Esa bronca, y la de los oficinistas, escolares, dueñas de casa, adiestradores de focas y lanzas internacionales es explosiva. El Gobierno ha conseguido unificar a Santiago contra un enemigo común, algo que ya se quisiera cualquier partido, matinal u movimiento.
La mecha está encendida... a taparse los oídos.

Pesadilla 2
Mi cambio de casa no fue tan traumático. Cambiar toda una vida y una naciente familia de cosas, es una tarea ardua, pero gratificante... más aún cuando tu casa nueva, aunque arrendada, es como un pequeño sueño cumplido.
Lo más difícil de trasladarse no fue tener que entrar los colchones por una de las ventanas del segundo piso, ni comprobar que los fondos se van rápido cuando tienes que pagar (documentar dice la gente grande), arriendos (del depto que dejas y de la casa que recibes), mes de garantía, comisión del corredor y cuentas de tu ex vivienda... sino que estar casi un mes sin la conexión a la monopólica compañía de cable, lo que implica no tener tu teléfono, ni internet, ni cable. Porque claro, un par de semanas pude funcionar con lo que dejó el ex arrendatario... pero esa era precisamente la pesadilla... mientras él no diera fin a la cuenta o la trasladara, yo no podía cambiar mis servicios a la casa, lo que se tradujo en una desconexión total por diez días, miles de llamadas a las operadoras de PLR (se omitió el nombre de la compañía), e incluso las amenazas de la Pame utilizando su alta investidura (su condición de primera dama de un seudo guionista y editor de la revista eclesiástica no es menor). Así las cosas, y luego de lograr la completa restauración de todo, lo que me ha llevado a sublimes alegrías como poder ver los partidos del "Audac" con el Míster, el único detalle que quedaba era que un técnico viniera a retirar el módem del ex arrendatario.
Como siempre en esta vida, las cosas pasan cuando uno menos las espera.
Una mañana cualquiera sonó el citófono (otro de los avances tecnológicos disponibles en mi nuevo feudo, junto con la campana sobre la cocina y un circuito eléctrico que me permite usar simultáneamente el hervidor y el microondas). Y bajé a abrir la puerta, cantando "yor biutiful...yor biutiful is truuu", feliz. Por fin, era un funcionario de PLR requiriendo el mentado equipo. Ágil como una gacela, se lo cedí, y me disponía a contestar su cuestionario cuando escuché un ruido que me llenó de pavor... "¡Blam!"... Un escalofrío recorrió mi espalda. Estaba solo en este mundo. La puerta de la casa se había cerrado.
No tenía llaves. No tenía plata. No tenía celular... y lo peor de todo: No tenía ropa puesta. Estaba con unos exiguos pantalones cortos de pijama y una polera ad-hoc (un triste espectáculo, por lo demás) ... como en uno de esos sueños en que caminas y te das cuenta de que no tienes zapatos, o simplemente estás en pelota. "Puta la weá", pensé, filosofando. "Chuuu... se quedó afuera", me dijo el técnico destacando lo obvio.
Es en momentos como ese cuando uno no tiene a nadie, ni a uno mismo. Estaba en blanco, no se me ocurría ninguna solución. Mi nuevo único amigo llamó a su central por radio y transmitió el celular de la Pame que atiné a recordar. "Buzón de voz", me dijo, mientras yo pensaba dónde iba a quedarme las cinco horas que faltaban para que alguien llegara a la casa a socorrerme. Sin zapatos no iba a llegar muy lejos. Pensé en conseguirme un carro de supermercado y vagar maldiciendo y recitando poesía y canciones de Piegrande... o en ponerme a trotar para pasar por deportista... otra opción era dormirme en mitad de la calle y hacer una acción de arte contra el Transantiago y las autoridades dormidas ante las necesidades de la gente, que en el fondo está en pelota... pero el asfalto estaba caliente y debajo de los pijamas uno no usa ropa interior (no yo, al menos).
Estaba en mis cavilaciones, cuando mi nuevo mejor amigo atinó... "Yo ando con una escalera en la camioneta"... Dicho y hecho. Antes de que me dijera nada, tenía una escalera telescópica puesta hasta una ventana del segundo piso, convenientemente abierta... "Se sube usted o me subo yo", me preguntó a lo Don Francisco... Pensé en pedirle que me tomara en brazos, onda Kevin Corner y Whitney Ohio, pero mi heterosexualidad me lo impidió... Y el vértigo que padezco optó por lo sano... Sube, Peter Parker, le dije... tomé en cuenta además que la maniobra no era tan simple... había que descolgarse de la escalera (a un costado), hasta la ventana. Una cosa es caerse... la otra es caerse con un short pijama (sin ropa interior, repito). Mientras entraba de nuevo a mi casa pensaba en mi película favorita de Bud Spencer y Terence Hill... "Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro", me repetía.
Desde entonces duermo con jeans. Es como andar en metro: Incómodo, pero seguro.


Éxito para todos

lunes, 12 de marzo de 2007

Actualizando

No he tenido tiempo para nada. Tanto así que le he dado vuelta mil veces a las ideas que quería incluir en este humilde espacio, dejando de paso que el tiempo haga su trabajo y acumule decenas de anécdotas que debería escribir. Ahora no sé cómo. Voy a hacer el intento, honrando las más de mil visitas que figuran en el contador, a pesar de que se me caen los párpados del sueño. Tener tiempo no siempre significa tener un momento. Uno de esos pasajeros instantes en que te iluminas y te vuelves un poco más gracioso, un poco más sabio o un poco más rubio.

Brasil, lalalalalalalaláaaa... (cantando porfa)
Este verano no tuve vacaciones, pero como hace tiempo tampoco tengo trabajo, estoy en una situación compleja. Esto de ser freelance significa que el límite entre el descanso y el trabajo se vuelve difuso. He pensado seriamente ponerme terno para andar en la casa durante el horario de oficina. Aunque sería incómodo para cumplir con todas las tareas del hogar que se me han encomendado, y que hacen palidecer a mis obligaciones profesionales "secundarias", como editar una revista, escribir guiones para una agencia de publicidad o abrir una edición de mi diario favorito en Brasil.
Sí (léase como J.M), estuve en Sao Paulo diez días trabajando. Pensaba escribir desde allá una bitácora detallada de toda la experiencia, pero la escasez de tiempo me mató. Eso y la humedad.
Sao Paulo y yo no tuvimos un amor a primera vista. Más bien nos miramos de reojo, desconfiados y en vez de sonrisa nos regalamos una mueca.
Supongo que todos tienen esa imagen de la ciudad inabarcable con edificios gigantescos y aglomerados. Y sí, es exactamente así, pero sin la música del principio de la teleserie. Claro que allá cada pequeño espacio de vegetación es una selva, con arañas gigantes y todo.
Básicamente la ciudad es como Santiago, pero gigante, tropical, con más onda y lleno de brasileños.

Un resumen
Sí, pa efectos de que esto no se transforme en un mamotreto ilegible, vamos con el glosario, Yeruba...

Imperdibles:
El barrio japonés, con sus luminarias en forma de faroles orientales y su sushi de verdad (lo que quiere decir sin palta y queso crema). Ahí comí un barco (ver foto) con sushi y sashimi reales, sin zapatos y con las clásicas puertas tipo ventanales de papel. Probé la cerveza japonesa (como no tomo nunca no les podría decir si se parece a la Cristal, a la Heineken o a la orina de un hipopótamo). El parque Ibirapuera: Un parque gigantesco, con una laguna con cisnes y gansos, un planetario y algunos museos dentro. Un agrado. El MASP: El museo más importante de América Latina... el día que fui estaba cerrado, así que fue un "perdible". Vila Madalena: El sector con más onda de la ciudad. Pubs con música en vivo, tiendas choras, restoranes... todo bien. Ferias de antigüedades: Fui a una increíble, pero no me acuerdo del nombre. Hay una que se pone debajo del MASP los fines de semana.

Lo mejor: Fui a un ensayo de una escuela de Samba: La Perola Negra (sí, Perla Negra, como habrán adivinado). Mi estancia en Sao Paulo coincidió con la semana previa al carnaval, así que algo de eso tuve.
Fuimos con tres extranjeros más (dos suecos y una portuguesa) a la Vila Madalena para ver el ensayo, que en realidad es la banda, las percusiones y las bailarinas tocando la música que desfilarán en el Carnaval, sin vestuarios ni nada. El concepto de Carnaval es que antes de que empiece la cuaresma (los 40 días antes de la pascua), se viene el desenfreno porque después durante ese periodo uno tiene que dedicarse la reflexión (ya). En Salvador de Bahía, la ciudad con más influencia africana de Brasil, la celebración es en las calles, donde camiones se pasean por las avenidas. En Río (el más famoso), y Sao Paulo hay "sambódromos", que son recintos donde la gente paga una entrada por ir a ver los desfiles.
Cada escola de samba representa a un barrio, y desfila por horas cantando un himno de su comuna que cambia todos los años. Eso es lo que tocan en el ensayo. Después de dos horas escuchando la canción es absolutamente imposible no aprendérsela...

Canta Pérola Negra
Me leva a sonhar
Na arte de amar, sou especial
Brilhando neste carnaval
.


Para graficarles la experiencia les puedo decir que entré a un galpón, donde gente de todas las edades estaba achoclonada escuchando al mal amplificado grupo: La vieja de la esquina, el abuelito, la lola, el rapero, el minero del norte, el pescador del sur, el chileno parecido a Brad Pitt, todos estábamos unidos en el ritmo. Es como bailar en el metro, pero sin manoseo. Osea... en realidad cuando estás en una masa de gente tan grande tienes que comprender que vas a estar absolutamente pegado a muchas personas y además bailando, por lo que si no te entregas al ritmo, estai cagado. Lo importante es no quedar con un negro por detrás nomás, porque uno nunca sabe.
La weá es increíble. La gente vuelta loca, el ritmo que no para, la percusión que va cambiando el arreglo durante dos horas... inolvidable nomás.
Ojo con: Los taxistas. Tienen una tendencia a cagarte. Nunca tanto como en México pero igual.

La gente: Muy buena onda, como siempre en Brasil. El brasileño clásico es simpático, además tratan bien a los turistas. ¿Las mujeres? Hay haaarta mujer bonita (mucha rubia natural además), pero uno se queda con el producto nacional siempre.

Lo curioso: Tienen muchas cosas abiertas las 24 horas. Desde tiendas pa tomar agua de coco, hasta supermercados completos. Otra curiosidad es el Parque Butantá, donde se pueden conocer todas las especies de serpientes que hay en el país (cientos). Ahí mismo desarrollan vacunas y medicinas a partir del veneno de los reptiles. Entre otras cosas comí comida de la India, de Vietnam y no me acuerdo de dónde más. Existe una variada oferta gastronómica que se centra en la "picanha" (que para mi desilusión es la picana, un corte que acá no se come mucho), que es la reina de las carnes allá. No tengo idea cómo la preparan, pero es muy buena. Recomiendo que prueben una X-Picanha (la equis se pronuncia "chis", así que así reemplazan la palabra "cheese").

La tele: No vi mucho, pero tenían muchos canales con fútbol, MTV en portugués (con VJ's propios y programas originales). Además Xuxa tiene un programa donde presenta dibujos animados. Sí, también hay infomerciales en las mañanas.

Me quedaron un montón de cosas por hacer... lo que es normal cuando vas sólo 10 días y además a trabajar (otra experiencia). En fin. Al menos cumplí en dedicarle un par de líneas a la clientela. Dejo pendiente el artículo del Transantiago (como siempre voy atrasado).

Éxito para todos.
Tudo bem!

miércoles, 24 de enero de 2007

No tengo espacio (lacorbatadeSaddam)

Todo me cansa. La sucesión de los días, los cambios de temperatura, las viejas, las quejas y las rejas. Será quizás que hoy es uno de esos días en que nada parece encajar, y las piezas del rompecabezas entran a la fuerza. Me siento un poco como el Transantiago... incomprendido, mal enfocado, mal armado.
Por estos días preparo un cambio. Me voy del depto para enfrentar el desafío de la casa propia de grupo... lo que equivale a decir la casa arrendada. Una casa blanca en un condominio con tejas, con un patio chico y un corazón grande. El sueño de la familia joven chilena, me dijo una amiga.

Undíadeesos
Medespertétemprano(enlamadrugada)averelpartidodelBomberderoquenoarrugóy
leganóaNadalquedespuéssesacólospillosdiciendoqueteníaunapuntadaenun
cacheteloquenodejadesersospechosoDespuesfuialsupermercadoaconseguir
cajasparalamudanzaMedieroncomocincoymelastrajealhombroloquenoesuna
decisióninteligentecuandovivesamuuuchascuadrasdedistanciaytuhijate
acompañapidiéndotequelaesperesypreguntándotequévasaprepararde
almuerzoLuegomepuseaembalarcosasparaeltrasladorgullosodehaberconseguido
quetodaslascopasentraranintactascuandollamaronamiprimogénitaportelefóno
UnaamigadelbarriolaqueríaveniravisitarAntesquemedieracuentalacabrachica
gritonayaestabanenlacasaLatardesesucediócomounapelículadehorrorconlas
niñascorriendoychillandoporelescasoespaciodeldeptodesordenandolopocoque
habíaordenadoysacandocosasdesusembalajesYyocomomayordomoinglés
siriviendojugoslechesfrutaspanesgalletasytratandodequemantuvieranelorden
conmenoséxitoqueteleseriedel13Cuandomissienescorríanelriesgodeestallar
(aesaalturayaestabaconganasdeprobarmelacorbatadeSaddam)lasllevéalaplaza
paracansarlasyclaroluegodeunratodeiresyvenireslacabrachicasecayóysepegóenla
cabezaYaerahoradellevarlaasucasaCuandovolvíaldeptomellamósumamápara
preguntarmequéchuchalehabíapasadoyyolediexplicacionespococonvincentes
queellaaceptótambiénpococonvincentementemientrasyojurabaquenuncamás
viviríaundíacomoestequetodavíanoterminayquesiempresepuedeponerpeor
Tengoalmademuchascosasperodenanano.
Lesjuroqueestoesmásfácilleerloquevivirlo.
Éxito.