Santiago amaneció embanderado y solidario después de la jornada televisiva de ayuda a las víctimas del terremoto. Como había anunciado, vi pocos momentos de la transmisión, pero hice (o hicimos como familia) un aporte, bastante más escuálido que el de los Luksic, claro está.
Cómo nos hacía falta sentirnos ganadores por un día al menos. Amanecer con un gusto un poco más dulce en la boca. Dejar de mirar las grietas preguntando "por qué", para preocuparnos por un rato del "cómo": cómo reconstruir, cómo ayudar.
Algunos datos relevantes:
- Un colega me apunta que la Teletón para Haití, con cobertura mundial y con figuras como Bono, Shakira, Julia Roberts, George Clooney y todo Hollywood, recaudó 61 millones de dólares. La chilena con Beto Cuevas, Myriam Hernández, Tonka Tomicic, Iván Zamorano y todo Inés Matte Urrejollywood, logró 58 millones de dólares. No, no es algo menor.
- El impacto que logra la televisión es tal, que incluso mucha de la gente que había participado de saqueos comenzó a devolver las cosas que había robado (como los famosos plasmas), pidiendo sentidas disculpas. Increíble pero cierto.
- Por Dios que hay gente con plata en Chile. Cuando se dice que el país es una de las naciones que tiene las diferencias más brutales en la distribución de la riqueza, hay que creerlo.
Para la memoria varias postales: Bielsa, vestido más para un asado que para un programa de TV, respondiendo cabizbajo y ausente las preguntas de Don Francisco, impactado por la tragedia, pero distante del show (no podía ser de otra manera); los Luksic, cual 4 fantásticos, por fin dando la cara y asumiéndose como millonarios y dueños de buena parte del país (creo que el fenómeno Farkas -quien en esta pasada optó por donar piola e ir personalmente a entregar su ayuda- está cambiando la mentalidad de la gente con dinero en Chile)... "nunca pensé que tuvieran tanta plata" me dijo mi madre querida; y la presidenta abrazada con Piñera, cantando emocionados. El Míster, amigo que ayer estaba de cumpleaños y que a veces se ilumina con alguna idea coherente, me comenta que para Piñera esto parece la oportunidad idónea para continuar con su concepto de "unidad nacional". Según él, con la reconstrucción del país ya están asegurados los trabajos que el empresario prometió crear en la campaña (con la consiguiente baja de los índices de desempleo), y el apoyo del Congreso. Claro que luego se diluye en temas como el proyecto
Haarp (ese que los rusos y Chávez acusaron de originar el sismo de Haití), los
Illuminati, la isla Friendship, el por qué el Audax nunca es campeón, y la larga lista de conspiraciones mundiales tan de moda que me interesan tanto como la vida y obra de Arenita. Y claro, con lo de Piñera algo de razón tiene, pero es lo que nos queda. No hay otra. Aún así hay que tener los ojos abiertos, y mucho, porque la Teletón juntó mucha plata y ayuda, pero esto está empezando recién, y no puede haber una sensación de "Misión Cumplida". Sería injusto con quienes aún esperan por ayuda. Falta mucho: tiempo, recursos, legislación y sanar las heridas de cientos de personas.
Nunca el hombre está vencido
Leo en Facebook una nota titulada "El saqueo que viene", del músico Cuti Aste, que apunta a la historia. Hace muchos años, Penco fue destruido por un terremoto y maremoto. Sus habitantes tuvieron que fundar una ciudad en otra zona... que se llamó Concepción. De ahí que les dicen "penquistas". Todo esto es "historia conocida", dice el artista sureño, y también llama a estar atentos. "Debemos defender lo ganado de las manos de los oportunistas y ser solidarios", asegura, y apunta sus dardos a los empresarios, y al "saqueo de arriba". "Lo que me preocupa ahora es el verdadero saqueo, el que viene desde arriba, desde las corporaciones crediticias y del estado de excepción provocado por el efecto del shock, que permite vulnerar los derechos civiles en nombre de la seguridad nacional, la reconstrucción y la Patria", afirma.
Yo quiero ser optimista. "Nunca el hombre está vencido... su derrota es siempre breve" dice una canción de los Inti. Chile ya dio un paso. Pero el camino es largo y pedregoso. Hay que caminarlo pero, esta vez, con los ojos más abiertos que nunca.