domingo, 24 de septiembre de 2006

Caca y 18 (el loly milagroso)

Escribo sólo por respeto a los dos comentarios cagones del último post, prueba indesmentible de que alguien lee esto.
Además me sirve para matar el tiempo frente al computador, tomando en cuenta que estoy en un lugar donde no quiero estar, haciendo una pega que no quiero hacer, en un día (domingo) que normalmente dedico a mis oraciones y flagelaciones.
Quizás sea que estoy de mala. Quizás sea que la alergia sale de su letargo por estos días, haciendo que mis mocos cuelguen, se me nuble la vista y me pique la garganta; todo mientras el sol me incinera los sesos. Una postal de mi odio hacia los días soleados, los delfines y los TLC.

Cómo pretenden que yo...
Fui con mi primogénita y mi mujer a la fonda del parque Intercriminal (fue casi mi única actividad dieciochera formal.. no fui a ninguna fonda a bailar cueca-reggaetón, tiquitiquibling). Hay que ser muy chileno (o muy weón - o ambos) pa pagar la entrada carísima que da derecho a disfrutar de tanta maravilla: Unos ponys cabizbajos que arrastran a los cabros chicos por luca, un Pedro Picapiedra inflable, un rodeo con novillos chascones y maltratados y huasos con puros "puntos malos", y anticuchos ABC1 (me acuerdo que el año pasado me comí uno y era más malo que el Indio Juan). Todo aderezado por un calor insoportable y precios primermundistas, que en promedio triplicaban el valor normal de cualquier almacén (hasta los helados de gamba vaían 600).
Cada tiquitiquití=luca. Ser chileno=no tiene precio.
Obviamente, mi sufrimiento no tiene comparación con el de los ponys. Los cabros chicos se suben a ellos con cara de éxtasis y espuma en la boca, mientras los papás sacan fotos y unas cabras los guían pensando en otra cosa.
"Pónganse todos a la foto", decía una señora que parecía aviso de Koleston, mientras los dependientes acomodaban uno al lado de otro cinco caballos enanos que no paraban de defecar mientras los movían, cada uno con un cabro chico pecoso sobre él. Al mismo tiempo el animal en el que mi retoña iba montado hacía un alto para orinar de manera furiosa.
Seguramente los científicos ingleses ya habrán estudiado este fenómeno que demuestra que el esfínter del pony está directamente conectado con su ánimo. Como el de tantos. (Se dice que para la Parada Militar los caballos escriben mensajes como "Peace" y "No a las armas" con caca mientras desfilan en la losa del Parque O'Higgins).
Más allá un local de pesca milagrosa atendido por dos agraciadas lolas era víctima del acoso policial de casi un cuartel móvil completo: Obviamente los pacos querían pescar algo y no era precisamente un jurel plástico. Convengamos en que ellas se hacían las lindas, como corresponde, manteniendo el interés policial a la usanza de cualquier asesora del hogar. Algo debe tener de mágico el uniforme verde... o la luma. Curiosamente el premio por sacar un pescado de la pequeña piscina inflable a medio llenar era un loly. Las minas eran dos y los pacos 4. Queda claro: ellos creen en milagros.


Éxito

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Música y memoria (nada de política, compañeros)

Ando raja. Probablemente es porque el fin de semana pasado, en vez de dedicarme a descansar como la gente y convertir mi hogar en una sucursal de la Fundación Las Rosas, tuve un trasnochado sábado de tocata y un domingo trabajando en mi ex pega (un suplicio que pocos comprenden, pero que es parte de haber vendido mi alma al diablo en cómodas cuotas).

Aún así, me decidí a actualizar este blog abandonado como mi conciencia, para contar una que otra anécdota.

La primera tiene que ver con ese sublime encanto de encontrarse con la historia cara a cara. Ya había tenido la oportunidad de conocer a Don Gordisco, sacarme una foto con el Tío Flanlentín, hablar con Guru Guru, darle la mano a Ronco Ratas, Javier Mirándola y tantos otros personajes míticos. Pero no estaba preparado para toparme cara a cara con el Mostro: Nito Mostro (sí, el de Sui Género) llegó a la puerta de mi oficina preguntando dónde estaba el estudio. Diligente, lo saludé y acompañé hasta maquillaje mientras las escenas de años de guitarreos fogateros, trabajos de invierno y verano, y devaneos escolares pasaban por mis ojos blancos. Claro, porque bastó con que entonara un par de versos de “Aprendizaje” (sin complicaciones, con las mismas notas que usa uno) durante la prueba de audio, para que quedara conectado descargado recuerdos como quien baja fotos al PC.

Nito, en la buena onda, se sacó fotos con todos y accedió a todas las peticiones. "Sí, sí, no hay problema", repetía una y otra vez mientras los camarógrafos desfilaban a su lado para el flash. Yo, por pudor, opté por no sacarme fotos con él ni pedirle que me firmara el disco que tenía en el bolso. En el fondo soy un pésimo fan. Tengo el rollo de no webear al músico. "¿Tenés algún contacto acá en el canal? Quiero presentar un programa de autos que estamos produciendo con mi mujer en Argentina... Se chama el Garage, ¿lo ubicás?", preguntaba Nito, mientras yo le acercaba al productor para que le diera el dato. Porque yo si aprendí a ser formal y cortés.

La gente se acuerda de la gente

El sábado pasado Piegrande volvió a escena. El subterráneo del portal Fernández Concha fue el marco de una tocata masiva (tres bandas y unas 173 personas) y algo extraña (tocar pensando que estás debajo de la Plaza de Armas ya es curioso, de hecho). Rara porque la amplificación distorsionaba la música en nuestros oídos, haciéndolos bolsa de paso, y no nos permitía distinguir la voz del Mario. Mi guitarra sonaba distorsionadísima, por lo que mi arte no llegó cabalmente a mi público (¡ja!).

Fue un bonito empate diría yo, más que nada por problemas técnicos, y un ambiente en el que se mezclaban amigos de años y amigos de amigos. Hubo gente que bailó, otra que escuchó, y otra que aprovechó de ir al baño o a tomar un copete. Al final harto palmoteo en la espalda y ese clásico desconcierto de “¿tocamos bien o mal?”, zanjado por las felicitaciones de las caras de siempre y las de nunca (lo mejor es que la gente que no tendría por qué decirte nada, te dice que le gustó).

Estaba en eso cuando apareció un loco que iba en mi colegio. Nos habíamos visto de reojo antes, pero yo tengo la sana costumbre de hacer el weón con los conocidos si no hacen contacto visual. De la nada me empezó a pelar el cable con la banda que tenía en ese tiempo, y cómo había quedado loco cuando me vio tocando nuevamente. Además estaba un poco ebrio, así que el recuerdo fue un poco jugoso.

El fantasma de las navidades anteriores se hizo presente de nuevo, cuando un conocido de la UDP me recordó “tú tenías una banda que se llamaba Monja Porno en la Universidad... te he seguido la carrera”... Claro, pensé, uno tiene su trayectoria. Rasca, pero trayectoria al fin. Faltó que apareciera un compañero del jardín infantil, y al final el Pollo Fuentes dándole las gracias a Carabineros.... un bonito gesto, que al menos me alcanzó para soportar un poco mejor un domingo de infierno (volví a editar el diario por un día, puaj), con la molotov ardiendo en La Moneda (¿cuál era la idea, muchachos?) y mis oídos tapados de música y memoria.

Recuerden que los nombres han sido alterados para proteger a los inocentes.

Éxito para todos...