viernes, 13 de julio de 2012

Hombre mirando al sudeste… asiático


Los campos de arroz Tucapel.

Los viajes de trabajo son siempre travesías extrañas. Periplos en que vas con cartel de invitado y en los que nunca te decides del todo a pasarlo bien, principalmente por la sensación culposa de que no tomaste el avión para conocer el lugar ni comprar souvenirs, si no para cumplir con una misión lo suficientemente importante como para, en este caso, viajar medio mundo (y soportar las 12 horas de diferencia que hacen que todo parezca un sueño afiebrado).