martes, 6 de noviembre de 2007

Perdiendo el norte

Foto: 7 de la mañana, valle Nevado, -4 grados. Sólo una muestra de la pega.

No, no hace falta que lo digan. Sé que este blog no se renueva con la frecuencia que uno quisiera, como el Gobierno. Pero créanme que después de hacer 15 entrevistas, 4 reportajes, páginas sociales y varias notas menores uno no queda precisamente con ánimo para seguir escribiendo. (quién iba a pensar que había tanta cosa que hacer para una revista de transportes Ni siquiera a la gente. Quizás me estoy poniendo viejo, y los 30 años se me vinieron encima. ¿Cosas para contar? Siempre guardo alguna sorpresa para premiar la paciencia de mis fieles seguidores.

Antofagasta
Yo soy sureño de crianza, así que no conocía mucho el norte. Alguna vez había estado en Copiapó en un congreso de contaminación lumínica, donde aprendí todo lo que siempre había querido saber sobre faroles y luminarias (después de eso me transformé en la sensación de cumpleaños y sobremesas). Antofagasta es otra cosa. Tiene playa, tiene sol y calor. O sea todo lo que odio. Pero además tiene desierto, y eso es lo mejor. El desierto y yo nos hicimos amigos a la primera, quizás porque no quedaba otra (todo el rato pensaba en canciones festivaleras como “Camino a Socoroma” y esa de la reina del Tamarugal mientras iba en la carretera).
Estuve una semana en la capital regional, que incluyó un viaje ida y vuelta a Iquique (en un Corsa arrendado), y mi contemplación del camino costero en que la carretera quiebra con su paso el abrazo de la playa y el desierto (el poeta). Además fui a la Zofri. Wena, pero ni tanto, como dice el 99% de sus visitantes. Volviendo pasé al local de Doña Rosa en el Mercado de Tocopilla para ver en partido Chile-Perú, donde comí el mejor pescado frito que he probado en mi vida (lo mismo dijeron las moscas). Queda lejos, pero se los recomiendo.
¿Qué hice en Anfofagasta? Básicamente cubrir una feria regional de transporte en medio de camiones, grúas, comida, bebida, modelos y música bailable.
Ahí figuraba yo, paseándome preocupado del bloqueador mientras las hordas se peleaban por conseguir una foto con alguna de las promotoras, todas ex chicas Mekano vestidas con trajes galácticos que se prodigaban entre púberes ávidos de tener en sus celulares una imagen con ellas para luego subir a su fotolog o al facebook como Tapia, mientras los más viejotes hacían esfuerzos por pasar piola mientras deslizaban sus manos hacia abajo a la hora de abrazar sus caderas posando.
En el backstage, donde tenía acceso por ser parte de la producción, las niñas comentaban sobre el calor, sus vidas y recortaban sus petos para adecuarlos a su cuidada anatomía.
Además de dedicarme a recolectar lápices, calugas y prospectos de los distintos stands (costumbre que tengo desde que asistía a la FISA siendo cabro, y pedía hasta los folletos de motores del stand de Kirjistán), tuve que hacer decenas de fotos sociales, que implican pedir el nombre de gente a la que no te interesa conocer, pero que igual terminas recordando el resto de tu vida.


Merlens
Como estrella fundamental del evento, los camioneros tenían a Merlens (su nombre fue alterado a propósito), la estrella venida a menos que relanzaba su carrera en el evento. Ultra siliconada y grotesca, la “diva” fue recibida con una caravana de cerca de 60 camiones que iba tras su bus especialmente habilitado onda papamóvil, y en el que yo también figuraba, con la intención de hacerle una entrevista lo menos relevante posible.
Acá está parte del resultado:

Merlens, antes que nada, quería decirte que ese traje es intergaláctico, porque te ves de otro planeta… (piropo viejo pero siempre efectivo)
Jajaja, gracias ¡qué lindo piropo!

Dime Merlens, esto de relanzar tu carrera acá en Antofagasta ¿es una manera de “apechugar” frente a las críticas?
Es una manera de apechugar frente a las críticas y ante todo. La verdad es que la invitación me la hicieron con mucho cariño y estoy tremendamente agradecida. Esta caravana ha sido tremendamente exitosa (saluda). Esto es alucinante. Para mí es muy importante recibir este cariño en estos momentos… mira ese que está pilucho allá (un obrero saluda casco en mano a la caravana). ¡Yuuujuuu! Antofagasta ha sido siempre maravillosa.

Me imagino que acá los hombres son muy cálidos.
Jajaja… ¡Extremadamente! Pero son muy respetuosos también.

Cuando un hombre quiere hacerse el lindo contigo… qué prefieres que te regale… ¿flores, o un “peluche”? (por el Peluche Dueños, por si alguien no cayó)
Mmmm… Prefiero el peluche porque por último queda. Las flores tienen una vida súper corta…jajaja.

¿Primera vez que lo haces en un bus? Me refiero a dar una entrevista… (Un poco rasca).
¡Y más encima con movimiento! jajaja (no, parece que no era la primera vez).

Dicen que es más fácil así… entrevistar, digo. (Rasca de frentón)
¡Qué eres cabro chico!

¿Tienen su lado sexy los camiones? ¿Qué te produce el camionero nortino?
No sé, son tan exquisitos, tan deliciosos. Son cariñosos, son corpulentos, son morenos, tostados por el sol (no, no es mi descripción). Son amorosos y súper lindos todos.

Oye ¿y todo bien con tu salud? Con las nuevas “incorporaciones”.
Sí, ¡ya recuperada de todo!

Cuando te acuestas en la cama de espaldas, ¿alcanzas a ver la tele?
Jajaja… si, si no es taaaaanto. ¡Puedo hacer de todo! (dudo que vea)

Una entrevista digna del diario popular o el matinal de Chile. Un triunfo del periodismo nacional. Tito Mundt, sacúdete en tu tumba.
En un próximo capítulo les contaré sobre mi llegada a la pantalla grande.

Éxito para todos.