martes, 9 de marzo de 2010

El eterno proyecto (la intolerancia y Arnold)


Luego de dos semanas en la cresta de la ola del rating y la atención mediática (gracias a un personaje humorístico televisivo del que fui libretista subrogante), y tras el abrupto fin del sueño farandulero (ya contaré de esos carretes surrealistas con Beto, Sergio, Tonka, Iván Luis, Leo Rey, Coco y tantos otros), he vuelto a la cruda realidad del desempleo. Claro, no tomo en cuenta los pitutos, que algo dejan, pero no representan ni de cerca los ingresos y la ocupación que significa un trabajo estable. Aclaremos que no es el mejor momento para salir a buscar pega, principalmente porque estamos recién saliendo de un desastre de marca mayor, pero ya estoy dando algunos pasos hacia allá. Como volver a escribir por ejemplo, algo que hace tiempo no hacía de manera continua (no voy a contabilizar las tallas del tipo “como dijo el cirujano de Raquel, para qué vamos a seguir estirando esto” y otras). Una coleguita me dice que quizás estemos incluidos dentro del millón de empleos que prometió el nuevo presidente-empresario (a partir del jueves, en su canal favorito). Y claro, después de ver el nuevo logo que presentó el futuro Gobierno, no me queda duda de que les falta gente.


Durante este tiempo me ha pasado algo curioso, porque me han invitado a participar en varios “proyectos”. Lo pongo entre comillas, porque me resulta llamativo cómo dentro de esta categoría cabe todo. Si bien es cierto algunos tienen pies y cabeza, mucha gente dice que tiene un proyecto cuando en realidad tiene sólo ganas. Es como que te invitaran a un asado, y cuando llegas hay una parrilla y medio kilo de osobuco. A poco andar te das cuenta de que tienes que poner el carbón, la carne, hacer el fuego y quedarte en la parrilla para que todo salga bien. Muchas veces me dan ganas de buscar algo en que sólo llegar a poner la ensalada (¿alguien pone la casa a todo esto?). Así las cosas, me debato entre pensar qué quiero hacer realmente, y las ofertas que aparecen, que siempre son bienvenidas aunque no representen necesariamente la opinión de esta emisora. Si saben de algo –legal, que no implique comercio sexual ni desnudez permanente- me avisan.

Intolerantes

Hay gente que es intolerante a la lactosa, otros a la glucosa, y muchos son simplemente intolerantes. Leo que en Argentina, tierra algo más progresista (palabra que no usamos desde el 17 de enero) que la nuestra, particulares están tratando de anular el segundo matrimonio gay del país (el primero pasó piola parece), sólo porque pueden. No porque conozcan a la pareja y piensen que no son uno para el otro, o porque uno de los demandantes esté perdidamente enamorado del novio (bueno, alguno de los dos novios). No, sólo porque les disgusta la idea (cuentan con el respaldo de la Iglesia además, experta en la cosa sesual, y envuelta en estos días en un "escandalillo" que involucra al hermano del Papa). Lo peor es que ya fue acogida la demanda en primera instancia y les están pidiendo que devuelvan la libreta de familia, lo que tiene a los argentinos on fire. Con el perdón de los presentes, eso si que es una mariconada.
Pincho otro sitio, y veo que el año pasado el senador gringo Roy Ashburn votó en contra de establecer el 22 de mayo como el Día de Harvey Milk (no sé si vieron la película con Sean Penn, pero es un activista gay de los 70 que fue asesinado). Ashburn, conocido opositor a los derechos de los homosexuales, fue arrestado la semana pasada en Sacramento, tras salir de un bar gay. Terminó confesando  su verdadera tendencia sexual. Y eso que dicen que no hay gay arrepentido. "Si una bala atraviesa mi cerebro, dejen que esa bala destruya las puertas de todos los clósets", dijo Milk una vez. Por este lado del mundo antes prohibirían los armarios.

PS: El día de Harvey Milk fue finalmente aprobado. El activista gay fue admitido además al "Salón de la Fama" de California. Todo esto por un gobernador de apellido raro, un tal Schwarzenegger.

votar

2 comentarios:

  1. Anónimo12:40 p. m.

    Llegué acá porque lei un comentario tuyo en otro blog y antes de llegar a la mitad ya me habías caído bien.
    Me hiciste reir, pero también me gustaron los temas que trataste... lo del político gringo gay no tiene nombre. O lo tiene y es muy feo.
    Un saludo!

    ResponderBorrar
  2. Gracias por darte el tiempo de leer. Lo del político gringo gay es el clásico doble estándar de quienes son los más intolerantes... y si, tiene otro nombre bastante más feo, jaja. Éxito!

    ResponderBorrar