Estoy sentado en mi pseudo oficina en la casa, mirándola con otros ojos. Claro, por varios años ha sido mi refugio, "fortaleza de la soledad", bodega, estudio de grabación y local de exhibición permanente de las figuritas y monos que compraba en mis tiempos de opulencia en el Persa. Hoy luce triste, con las cosas más arrumbadas y con mi fiel y viejo computador estacionario en estado vegetal. Prende pero no prende. No he querido hacerme el tiempo para arreglarlo, porque puedo escribir en el notebook de mi mujer, pero todo indica que tampoco voy a hacerlo, más allá de ver la manera de rescatar años de archivos y recuerdos de su disco duro, para que no se borren de mi memoria.
Digo que miro esta pieza con otros ojos, porque estoy a punto de perderla, de ceder mi territorio, mi jaula de oro; el único bastión puro de masculinidad que había en una casa dominada por la presencia permanente de la Barbie y la chala botada; la Hannah Montana y las carteras que caen al abrir cada clóset. Entregaré mis dominios de "macho alfa" al único al que se los cedería: mi hijo en camino. Si lo tuviera acá, tendría que darle el discurso de que "todo lo que tus ojos ven algún día será tuyo", pero no. Acá lo que vale es la planificación, por lo que ya estoy mirando qué pared voy a pintar, cómo poner persianas o cortinas, dónde reacomodar los muebles y qué hacer con mis monos, que ahora serán suyos. También buscando la manera de incluir alusiones futbolísticas dentro de la decoración que pasen el férreo control maternal.
No es fácil. Superman y toda la Liga de la Justicia me miran con rostro de interrogante, mientras la guitarra azul se pregunta qué pasará. Ni hablar de los videos y cassettes escondidos, que han zafado de tanta limpieza del fin del mundo femenina.
Lo único que tengo claro es que esto tiene que ser un proyecto personal. Una cosa de hombres. De padre a hijo... algo con testosterona e incluso un poco de olor a camarín. Es mi oportunidad de que tengamos un lazo indeleble desde el primer momento y tengo que aprovecharla. Es el momento de fijar algunas imágenes que lo acompañarán el resto de su vida: colores (los de Superman), pasiones (Colo Colo), y la asociación que hará de su entorno (Superman+Colo Colo= Papá). Por el momento ya comencé a dibujar algunas de las ilustraciones que voy a incluir en su pieza (una de las cuales fue desechada sin miramientos por la "curadora" de la exposición del living), y que incluirán motivos animales y probablemente futbolísticos. Quedan algunos meses, pero como dijo Lavín, la meta es difícil. Asomado desde un cajón, un Skeletor que tengo desde niño me mira con angustia. Sí, le digo, el castillo de Grayskull cambia de dueño.
El Día del Joven Combatiente
Los 70's y los 80's nos dejaron un montón de fechas tristes que conmemorar. Muchas caras impresas en blanco y negro apoyándose sobre los pechos de mujeres que nunca recibieron una explicación ni mucho menos justicia; listas de gente que se materializa sólo en la tinta en la que están escritos, sin restos que velar, sin flores, sin adiós. De esas fechas, creo que la que me causa más tristeza es el Día del Joven Combatiente. No porque tenga alguna cercanía con los hermanos Vergara o su familia, sino porque la conmemoración de un asesinato sin sentido se ha transformado en una celebración del miedo. Miedo de la gente que sale del trabajo más temprano, miedo de los vecinos de Villa Francia, que tienen que prepararse y ocultarse como si vivieran en la Franja de Gaza, y miedo de las autoridades, que alistan e inspeccionan a las Fuerzas Especiales como si se tratara de un combate contra las fuerzas del mal. Es en ese escenario donde aparecen grupos de menores de edad, peinados como Daddy Yankee, prendiendo sus molotovs vacías de ideas; tirando peñascazos sin memoria ni discurso. Ahí donde se encienden las fogatas y aparece el periodista con casco para encargarse de que cada chorro del guanaco llegue en vivo y en directo a cada hogar. Y es precisamente ahí donde no se habla ni de memoria, ni de justicia, ni de las fotos en blanco y negro que preguntan dónde están, si no de víctimas y daños, en un país donde tenemos ya suficientes. ¿Mañana? Seguramente veremos como cada año las postales de miedo y odio. Los mismos miedo y odio que un día como hoy asesinaron cruelmente a los hermanos Vergara y a tantos otros.
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ResponderBorrarEs que la llegada de un hijo cambia todo..veamos los colores de súper man de todas maneras para la pieza del pequeños, precioso!! y de guardar los juguetes de todas maneras, mi hijo actualmente juega con he-man, Shila, y todo lo que mi suegro tenía guardado de esa época!!!
ResponderBorrary sobre el espacio tuyo..olvídalo yo tenía -pasado-un escritorio ahora hasta debajo de él hay cosas de los niños ufff terrible-
Y sobre el texto del joven combatiente...impresionante, por Dios que escribes bien!!! No me acordaba de ese talento cuando estudiábamos jajaja o lo adquiriste después!!
El talento lo tenía (creo), lo que pasa es que tenía muchas malas juntas alrededor, que me hacían esforzarme más en la mesa de ping pong que en lo académico. Por lo demás la pirámide invertida me fue matando la prosa. Uno de los objetivos de volver a escribir fue recuperar un poco la soltura... y el ego de escritor, jaja. Gracias por leer! Éxito
ResponderBorrarÉchale la culpa a la mesa de ping pong ahora.
ResponderBorrarMala cosa lo del Día del Joven Combatiente. Concuerdo contigo, no porque no me conmueva el asesinato de los hermanos Vergara (ni los de Guerrero, Parado y Nattino, que sucedieron en la misma fecha, en distintos años), si no la desmemoria. O la memoria del olvido. Ahora, las cosas no pasan porque sí. Que el 29 de marzo sea lo que es hoy, y se conmemore a través de la violencia, es producto de las políticas que condujeron los gobiernos de la Concertación. Dar vuelta la hoja y entregarse al sistema neoliberal fue la peor solución.
Claramente es culpa del modelo, del manejo (o la falta de él) de los Gobiernos, y de la poca voluntad de ciertos sectores para poner un poco de verdad... y también es culpa de la mesa de ping pong... Gracias por leer... Éxito!
ResponderBorrarFuerza compañero!!! Por lo de la pérdida del espacio masculino y por lo otro....
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