martes, 31 de octubre de 2006

Piegrande en vivo el jueves 2!!!


Si antes no pudiste... si te contaron y no lo podías creer... si quieres una oportunidad para volver a creer en que el rock puede salvar el mundo (y la plata), esto es lo que estabas esperando...

Sí, porque el próximo Jueves 2 de noviembre, Piegrande se presenta en el Club Darabos (Antonia López de Bello 93, barrio Bellavista), a las 22 horas, celebrando un año de vida con las canciones que darán forma a su primer disco y una que otra sorpresa. ¿Cuánto cuesta? 2 mil pesos de consumo mínimo. Muy poco para una noche que promete ser memorable. No te quedes fuera ni digas que no te avisamos...

Visiten el nuevo sitio de Piegrande para más detalles y grítenselo al mundo.
Piegrande, una banda que pisa fuerte.
www.piegrande.cl

martes, 17 de octubre de 2006

Corazón... qué le has hecho a mi corazón...

Muchas veces uno se ve superado por las circunstancias... Cuando estás en la casa de la polola y descubres con pavor -y cuando el daño ya está hecho- que la cadena está mala; cuando vas a buscar los resultados de la PAA, PSU o sucedáneo (en mis tiempos la única manera era La Nación); cuando tu polola te dice que está esperando guagua; y cuando una mañana cualquiera el noticiario te muestra a los aviones chocando contra los edificios.
Pero no por eso estás preparado para que la vida te golpee... como cuando un "rostro amigo" te cuenta que el show se acaba, que el canal desechó la larga lista de ideas dudosas que poníamos en pantalla cada día. Al menos te lo puedes tomar con humor. Al menos te lo contó el rostro, tomando desayuno mientras las bailarinas pasan y las estrellas de una teleserie fallida comen pan con palta. Hay cosas peores. Como que tu hermano menor te despierte un domingo a las 8.30 para contarte que tu papá tenía un dolor en el pecho y partió a la clínica con tu madre. Duro. Directo al hueso. En ese momento es a uno al que le duele el corazón.
Levantarse con la película completa pasando frente a los ojos, aparecer en la clínica donde está la familia completa, esperar al médico. Horas que recuerdo como segundos. El infarto se desató con furia entre las arterias bloqueadas de mi mal cuidado padre.
Claro, mil veces le dijo todo el mundo. Mil veces él aseguró estar consciente. Mil veces pido que no le pase nada.
Mi familia no es una familia común. Somos incapaces de esperar con cara de circunstancia, inmóviles y apesadumbrados, así que optamos por hablar estupideces y sapear el funcionamiento de la clínica. La tele de la sala de espera siempre está en el canal más fome, somos muchos y pareciera que intentáramos pararnos justo en "la pasá", así que estorbamos en todos lados . La máquina de las bebidas se traga las monedas. Aparece una prima que no veía hace diez años con su marido y sus dos hijos pequeños rubios. Deben ser los únicos rubios de la familia, que es como si hubiera un jorobado o un negro dentro del árbol genealógico. Toda una rareza para una familia donde sólo de cuando en cuando nace un integrante capaz de caminar erguido e hilar frases si babear.
Mis tíos preguntan dónde está el difunto, mientras con mis hermanos miramos con cara de pregunta a cualquier persona que pase con delantal, aunque sea del aseo.
Sale un representante del doctor. Todo está bien, todo normal, el doctor sale en un rato.
Pasa un rato. Uno bueno, en cámara lenta. El doctor tiene mala cara. El infarto no fue leve como creíamos, fue uno de los buenos. El nivel de cagá que existe implica que habrá que realizar otro "procedimiento" (esa es la terminología real para una angioplastía= despeje de las venas mediante la introducción de una sonda a través de las arterias que elimina la grasa, para luego aplicar un 'extend' o tubo que fijará las paredes de la vena para que éstas no vuelvan a cerrarse. Cada extend vale un millón y medio. Luego de esta semana mi viejo cargará con seis, lo que lo hace más caro que Steve Austin).
Sale mi papá, amarillo, semiconsciente, saludando como quien viene del espacio. Uno no haya que decir.
Luego de un rato subimos a su pieza a conversar un par de cosas y hablar incoherencias. Él por efecto de los calmantes. Yo por efecto de mi mente enferma.
El día se transforma en semana, en visitas diarias, en otra intervención y en plata que se adeuda y se acumula, mientras el show se extingue delante de los ojos de los televidentes.
"El padre se vuelve hijo y el hijo se vuelve padre" dice una frase de Superman. La pura verdad, pienso mientras acaricio la cabeza de mi viejo antes de despedirme esa primera noche. La primera de muchas en que acompañé su recuperación... claro que sin traje azul ni capa roja, pa no alarmar a las enfermeras.
Ahora mi padre está en la casa (gracias a todos por la preocupación), y mi programa se fue pa la casa. ¿De quién es la casa? (Si no vieron alguna vez Morandé con Compañía no van a cachar de qué chucha hablo). Mucho para un par de semanas. Mucho para un solo post. Muchas gracias, buenas noches.