Había tratado de escribir antes, pero siempre pasaba algo. Quizás es malacue... o una señal, no estoy seguro. El mago Yin me dice que las cosas siempre pasan por algo. Claro que luego se para de cabeza y prende sus gases con un encendedor mientras grita "¡Toyotomi!" (ha estado especialmente hinchado desde que empezó el frío). Pero bueh, como nunca es tarde cuando es temprano (según dice un amigo poco confiable), aprovecho mis últimos minutos en la pega para capear un poco cibernéticamente, en un día de sueño, de cargar con la culpa por un crimen que no cometí (como Los Magníficos, El Fugitivo y tantos otros... pero en la pega), y de mirar el Mundial del HD en una pantalla minúscula y pixelada dentro del PC.
Ha sido un Mundial de sorpresas este la verdad. Y no tiene nada que ver con el fútbol, ni con las vuvuzelas que tienen a todos con las jabulanis hinchadas. (Alguien apagó la luz de la oficina. Fin día 1).
(Día 2) La principal sorpresa ha sido cómo lo hemos vivido en mi casa.
Waka Waka
Me acuerdo que cuando chico el Mundial era una fiesta. El colegio (de hombres) vivía y moría por cada partido: íbamos a la sala audiovisual a ver las pichangas, o llevábamos una tele a la sala. Se hacía una red de apuestas oficial con profes incluidos... para qué hablar de los intercambios de láminas durante los recreos. Y todo eso sin Chile jugando.
Yo no viví el Mundial del 82 de manera consciente (y parece que no me perdí de mucho), así que mi primera participación activa como hincha de Chile en una cita planetaria fue en Francia 98, como universitario.
Cuando la "Roja" clasificó a Sudáfrica me propuse que mi querida hija de nueve años viviera algo parecido a lo que me tocó a mí de chico, con todo lo distinta y parecida que es a mí. Le compré la camiseta de Chile y le puse su nombre, comencé a coleccionar con ella el álbum del Mundial (claro está que el más entusiasmado soy yo), le enseñé los nombres de algunos jugadores y auspicié cada pequeña iniciativa que tuviera que ver con la selección (vaso de la selección, bufanda de Chile, etc.). Mañana va más tarde a clases, porque el debut de la selección lo vamos a ver juntos, en la casa, con nuestras camisetas puestas. Lo más importante, está contenta.
Finalmente tengo una pequeña hincha en potencia en casa. El otro día me comentó por msn (si, a veces chateamos cuando estoy en la pega), que estaba triste. Vio en las noticias que Chupete se había lesionado. Luego de eso me pregunta siempre si juega o no, si ya está bien (sí, Chupete es su favorito). Además se sabe las canciones del Mundial, no sólo el Waka Waka, sino la otra (la fome).
Por estos días me ha sorprendido incluso llevando el álbum al colegio (sin que yo le dijera nada), donde está intercambiando las láminas repetidas. Qué más se puede pedir digo yo.
Pero las sorpresas no paran. Mi embarazadísima mujer ha aprovechado su estadía en la casa para ver el Mundial, contra todo pronóstico. Me comenta los partidos por SMS, me avisa los goles e incluso me habla insistentemente de comprar un LCD de 40 pulgadas. Sí, la vida tiene pequeñas grandes satisfacciones. Gracias fútbol, gracias Sudáfrica y gracias a ustedes en sus casas. Adelante, Pedro.
Que linda es la vida pedido!!!
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