miércoles, 21 de marzo de 2007

Pesadillas (I y II, en 3D)

Pesadilla 1
Sí, sé que llegué más tarde que bus clon al tema del Transantiago. Ahora que ya está todo dicho y hecho. Que hasta Iván se baja de la micro, pero por la puerta de atrás.
Mi primera impresión del plan la tuve desde Brasil, cuando no pasaba de ser una anécdota ver a la gente colgando... Después en Chile me declaraba un abierto fan del nuevo orden, de la reducción de micros, del adiós al ruido y la bienvenida a las calles expeditas... hasta que debuté como usuario. El Transantiago y yo nos odiamos. Simplemente no nos soportamos... Pa qué gastar más pixeles repitiendo las quejas de todas las viejas que entrevistan los noteros de los matinales. Pero sí, me he encontrado varias veces sin plata en la Bip! y sin tener un lugar donde cargarla en kilómetros a la redonda, y he andado apretujado (no manoseado, menos mal) en micro y metro.
En todo caso, tengo entendido que todo se va a arreglar cuando los buses orugas se transformen en mariposas, y se lleven a la gente volando con sus alas multicolores. Entonces Zamorano devolverá toda la plata y se abrirán las grandes Alamedas segregadas.
En realidad lo que me llama más la atención no es el pésimo cálculo de la gente que está detrás del peor fracaso gubernamental en años (wena el Farrios!). Ni siquiera la irresponsabilidad de instaurar la política del "ensayo-error" en la vida de millones de capitalinos. Tampoco esa facilidad para ofrecer soluciones parche que sirven menos que billete de 500... lo que me alarma es la cuenta regresiva para el colapso social. Y no me refiero a alguna gente botando la reja del metro para entrar, ni la rotura de los ventanales de una micro amarilla pintada de Transantiago... Estoy hablando de una verdadera y masiva movilización social que probablemente va a dejar la cagá, y que es inminente. Porque claro, una cosa es que yo me enrabie con el sistema después de esperar por una micro llena de vez en cuando... pero otra cosa es la rabia acumulada diariamente por un obrero que tuvo que trabajar cargando sacos de cemento a todo el sol, esperar 45 minutos por una micro llena y que además lo deja a 20 cuadras de su casa. Esa bronca, y la de los oficinistas, escolares, dueñas de casa, adiestradores de focas y lanzas internacionales es explosiva. El Gobierno ha conseguido unificar a Santiago contra un enemigo común, algo que ya se quisiera cualquier partido, matinal u movimiento.
La mecha está encendida... a taparse los oídos.

Pesadilla 2
Mi cambio de casa no fue tan traumático. Cambiar toda una vida y una naciente familia de cosas, es una tarea ardua, pero gratificante... más aún cuando tu casa nueva, aunque arrendada, es como un pequeño sueño cumplido.
Lo más difícil de trasladarse no fue tener que entrar los colchones por una de las ventanas del segundo piso, ni comprobar que los fondos se van rápido cuando tienes que pagar (documentar dice la gente grande), arriendos (del depto que dejas y de la casa que recibes), mes de garantía, comisión del corredor y cuentas de tu ex vivienda... sino que estar casi un mes sin la conexión a la monopólica compañía de cable, lo que implica no tener tu teléfono, ni internet, ni cable. Porque claro, un par de semanas pude funcionar con lo que dejó el ex arrendatario... pero esa era precisamente la pesadilla... mientras él no diera fin a la cuenta o la trasladara, yo no podía cambiar mis servicios a la casa, lo que se tradujo en una desconexión total por diez días, miles de llamadas a las operadoras de PLR (se omitió el nombre de la compañía), e incluso las amenazas de la Pame utilizando su alta investidura (su condición de primera dama de un seudo guionista y editor de la revista eclesiástica no es menor). Así las cosas, y luego de lograr la completa restauración de todo, lo que me ha llevado a sublimes alegrías como poder ver los partidos del "Audac" con el Míster, el único detalle que quedaba era que un técnico viniera a retirar el módem del ex arrendatario.
Como siempre en esta vida, las cosas pasan cuando uno menos las espera.
Una mañana cualquiera sonó el citófono (otro de los avances tecnológicos disponibles en mi nuevo feudo, junto con la campana sobre la cocina y un circuito eléctrico que me permite usar simultáneamente el hervidor y el microondas). Y bajé a abrir la puerta, cantando "yor biutiful...yor biutiful is truuu", feliz. Por fin, era un funcionario de PLR requiriendo el mentado equipo. Ágil como una gacela, se lo cedí, y me disponía a contestar su cuestionario cuando escuché un ruido que me llenó de pavor... "¡Blam!"... Un escalofrío recorrió mi espalda. Estaba solo en este mundo. La puerta de la casa se había cerrado.
No tenía llaves. No tenía plata. No tenía celular... y lo peor de todo: No tenía ropa puesta. Estaba con unos exiguos pantalones cortos de pijama y una polera ad-hoc (un triste espectáculo, por lo demás) ... como en uno de esos sueños en que caminas y te das cuenta de que no tienes zapatos, o simplemente estás en pelota. "Puta la weá", pensé, filosofando. "Chuuu... se quedó afuera", me dijo el técnico destacando lo obvio.
Es en momentos como ese cuando uno no tiene a nadie, ni a uno mismo. Estaba en blanco, no se me ocurría ninguna solución. Mi nuevo único amigo llamó a su central por radio y transmitió el celular de la Pame que atiné a recordar. "Buzón de voz", me dijo, mientras yo pensaba dónde iba a quedarme las cinco horas que faltaban para que alguien llegara a la casa a socorrerme. Sin zapatos no iba a llegar muy lejos. Pensé en conseguirme un carro de supermercado y vagar maldiciendo y recitando poesía y canciones de Piegrande... o en ponerme a trotar para pasar por deportista... otra opción era dormirme en mitad de la calle y hacer una acción de arte contra el Transantiago y las autoridades dormidas ante las necesidades de la gente, que en el fondo está en pelota... pero el asfalto estaba caliente y debajo de los pijamas uno no usa ropa interior (no yo, al menos).
Estaba en mis cavilaciones, cuando mi nuevo mejor amigo atinó... "Yo ando con una escalera en la camioneta"... Dicho y hecho. Antes de que me dijera nada, tenía una escalera telescópica puesta hasta una ventana del segundo piso, convenientemente abierta... "Se sube usted o me subo yo", me preguntó a lo Don Francisco... Pensé en pedirle que me tomara en brazos, onda Kevin Corner y Whitney Ohio, pero mi heterosexualidad me lo impidió... Y el vértigo que padezco optó por lo sano... Sube, Peter Parker, le dije... tomé en cuenta además que la maniobra no era tan simple... había que descolgarse de la escalera (a un costado), hasta la ventana. Una cosa es caerse... la otra es caerse con un short pijama (sin ropa interior, repito). Mientras entraba de nuevo a mi casa pensaba en mi película favorita de Bud Spencer y Terence Hill... "Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro", me repetía.
Desde entonces duermo con jeans. Es como andar en metro: Incómodo, pero seguro.


Éxito para todos

lunes, 12 de marzo de 2007

Actualizando

No he tenido tiempo para nada. Tanto así que le he dado vuelta mil veces a las ideas que quería incluir en este humilde espacio, dejando de paso que el tiempo haga su trabajo y acumule decenas de anécdotas que debería escribir. Ahora no sé cómo. Voy a hacer el intento, honrando las más de mil visitas que figuran en el contador, a pesar de que se me caen los párpados del sueño. Tener tiempo no siempre significa tener un momento. Uno de esos pasajeros instantes en que te iluminas y te vuelves un poco más gracioso, un poco más sabio o un poco más rubio.

Brasil, lalalalalalalaláaaa... (cantando porfa)
Este verano no tuve vacaciones, pero como hace tiempo tampoco tengo trabajo, estoy en una situación compleja. Esto de ser freelance significa que el límite entre el descanso y el trabajo se vuelve difuso. He pensado seriamente ponerme terno para andar en la casa durante el horario de oficina. Aunque sería incómodo para cumplir con todas las tareas del hogar que se me han encomendado, y que hacen palidecer a mis obligaciones profesionales "secundarias", como editar una revista, escribir guiones para una agencia de publicidad o abrir una edición de mi diario favorito en Brasil.
Sí (léase como J.M), estuve en Sao Paulo diez días trabajando. Pensaba escribir desde allá una bitácora detallada de toda la experiencia, pero la escasez de tiempo me mató. Eso y la humedad.
Sao Paulo y yo no tuvimos un amor a primera vista. Más bien nos miramos de reojo, desconfiados y en vez de sonrisa nos regalamos una mueca.
Supongo que todos tienen esa imagen de la ciudad inabarcable con edificios gigantescos y aglomerados. Y sí, es exactamente así, pero sin la música del principio de la teleserie. Claro que allá cada pequeño espacio de vegetación es una selva, con arañas gigantes y todo.
Básicamente la ciudad es como Santiago, pero gigante, tropical, con más onda y lleno de brasileños.

Un resumen
Sí, pa efectos de que esto no se transforme en un mamotreto ilegible, vamos con el glosario, Yeruba...

Imperdibles:
El barrio japonés, con sus luminarias en forma de faroles orientales y su sushi de verdad (lo que quiere decir sin palta y queso crema). Ahí comí un barco (ver foto) con sushi y sashimi reales, sin zapatos y con las clásicas puertas tipo ventanales de papel. Probé la cerveza japonesa (como no tomo nunca no les podría decir si se parece a la Cristal, a la Heineken o a la orina de un hipopótamo). El parque Ibirapuera: Un parque gigantesco, con una laguna con cisnes y gansos, un planetario y algunos museos dentro. Un agrado. El MASP: El museo más importante de América Latina... el día que fui estaba cerrado, así que fue un "perdible". Vila Madalena: El sector con más onda de la ciudad. Pubs con música en vivo, tiendas choras, restoranes... todo bien. Ferias de antigüedades: Fui a una increíble, pero no me acuerdo del nombre. Hay una que se pone debajo del MASP los fines de semana.

Lo mejor: Fui a un ensayo de una escuela de Samba: La Perola Negra (sí, Perla Negra, como habrán adivinado). Mi estancia en Sao Paulo coincidió con la semana previa al carnaval, así que algo de eso tuve.
Fuimos con tres extranjeros más (dos suecos y una portuguesa) a la Vila Madalena para ver el ensayo, que en realidad es la banda, las percusiones y las bailarinas tocando la música que desfilarán en el Carnaval, sin vestuarios ni nada. El concepto de Carnaval es que antes de que empiece la cuaresma (los 40 días antes de la pascua), se viene el desenfreno porque después durante ese periodo uno tiene que dedicarse la reflexión (ya). En Salvador de Bahía, la ciudad con más influencia africana de Brasil, la celebración es en las calles, donde camiones se pasean por las avenidas. En Río (el más famoso), y Sao Paulo hay "sambódromos", que son recintos donde la gente paga una entrada por ir a ver los desfiles.
Cada escola de samba representa a un barrio, y desfila por horas cantando un himno de su comuna que cambia todos los años. Eso es lo que tocan en el ensayo. Después de dos horas escuchando la canción es absolutamente imposible no aprendérsela...

Canta Pérola Negra
Me leva a sonhar
Na arte de amar, sou especial
Brilhando neste carnaval
.


Para graficarles la experiencia les puedo decir que entré a un galpón, donde gente de todas las edades estaba achoclonada escuchando al mal amplificado grupo: La vieja de la esquina, el abuelito, la lola, el rapero, el minero del norte, el pescador del sur, el chileno parecido a Brad Pitt, todos estábamos unidos en el ritmo. Es como bailar en el metro, pero sin manoseo. Osea... en realidad cuando estás en una masa de gente tan grande tienes que comprender que vas a estar absolutamente pegado a muchas personas y además bailando, por lo que si no te entregas al ritmo, estai cagado. Lo importante es no quedar con un negro por detrás nomás, porque uno nunca sabe.
La weá es increíble. La gente vuelta loca, el ritmo que no para, la percusión que va cambiando el arreglo durante dos horas... inolvidable nomás.
Ojo con: Los taxistas. Tienen una tendencia a cagarte. Nunca tanto como en México pero igual.

La gente: Muy buena onda, como siempre en Brasil. El brasileño clásico es simpático, además tratan bien a los turistas. ¿Las mujeres? Hay haaarta mujer bonita (mucha rubia natural además), pero uno se queda con el producto nacional siempre.

Lo curioso: Tienen muchas cosas abiertas las 24 horas. Desde tiendas pa tomar agua de coco, hasta supermercados completos. Otra curiosidad es el Parque Butantá, donde se pueden conocer todas las especies de serpientes que hay en el país (cientos). Ahí mismo desarrollan vacunas y medicinas a partir del veneno de los reptiles. Entre otras cosas comí comida de la India, de Vietnam y no me acuerdo de dónde más. Existe una variada oferta gastronómica que se centra en la "picanha" (que para mi desilusión es la picana, un corte que acá no se come mucho), que es la reina de las carnes allá. No tengo idea cómo la preparan, pero es muy buena. Recomiendo que prueben una X-Picanha (la equis se pronuncia "chis", así que así reemplazan la palabra "cheese").

La tele: No vi mucho, pero tenían muchos canales con fútbol, MTV en portugués (con VJ's propios y programas originales). Además Xuxa tiene un programa donde presenta dibujos animados. Sí, también hay infomerciales en las mañanas.

Me quedaron un montón de cosas por hacer... lo que es normal cuando vas sólo 10 días y además a trabajar (otra experiencia). En fin. Al menos cumplí en dedicarle un par de líneas a la clientela. Dejo pendiente el artículo del Transantiago (como siempre voy atrasado).

Éxito para todos.
Tudo bem!