Aún así, me decidí a actualizar este blog abandonado como mi conciencia, para contar una que otra anécdota.
La primera tiene que ver con ese sublime encanto de encontrarse con la historia cara a cara. Ya había tenido la oportunidad de conocer a Don Gordisco, sacarme una foto con el Tío Flanlentín, hablar con Guru Guru, darle la mano a Ronco Ratas, Javier Mirándola y tantos otros personajes míticos. Pero no estaba preparado para toparme cara a cara con el Mostro: Nito Mostro (sí, el de Sui Género) llegó a la puerta de mi oficina preguntando dónde estaba el estudio. Diligente, lo saludé y acompañé hasta maquillaje mientras las escenas de años de guitarreos fogateros, trabajos de invierno y verano, y devaneos escolares pasaban por mis ojos blancos. Claro, porque bastó con que entonara un par de versos de “Aprendizaje” (sin complicaciones, con las mismas notas que usa uno) durante la prueba de audio, para que quedara conectado descargado recuerdos como quien baja fotos al PC.
Nito, en la buena onda, se sacó fotos con todos y accedió a todas las peticiones. "Sí, sí, no hay problema", repetía una y otra vez mientras los camarógrafos desfilaban a su lado para el flash. Yo, por pudor, opté por no sacarme fotos con él ni pedirle que me firmara el disco que tenía en el bolso. En el fondo soy un pésimo fan. Tengo el rollo de no webear al músico. "¿Tenés algún contacto acá en el canal? Quiero presentar un programa de autos que estamos produciendo con mi mujer en Argentina... Se chama el Garage, ¿lo ubicás?", preguntaba Nito, mientras yo le acercaba al productor para que le diera el dato. Porque yo si aprendí a ser formal y cortés.
La gente se acuerda de la gente
El sábado pasado Piegrande volvió a escena. El subterráneo del portal Fernández Concha fue el marco de una tocata masiva (tres bandas y unas 173 personas) y algo extraña (tocar pensando que estás debajo de la Plaza de Armas ya es curioso, de hecho). Rara porque la amplificación distorsionaba la música en nuestros oídos, haciéndolos bolsa de paso, y no nos permitía distinguir la voz del Mario. Mi guitarra sonaba distorsionadísima, por lo que mi arte no llegó cabalmente a mi público (¡ja!).
Fue un bonito empate diría yo, más que nada por problemas técnicos, y un ambiente en el que se mezclaban amigos de años y amigos de amigos. Hubo gente que bailó, otra que escuchó, y otra que aprovechó de ir al baño o a tomar un copete. Al final harto palmoteo en la espalda y ese clásico desconcierto de “¿tocamos bien o mal?”, zanjado por las felicitaciones de las caras de siempre y las de nunca (lo mejor es que la gente que no tendría por qué decirte nada, te dice que le gustó).
Estaba en eso cuando apareció un loco que iba en mi colegio. Nos habíamos visto de reojo antes, pero yo tengo la sana costumbre de hacer el weón con los conocidos si no hacen contacto visual. De la nada me empezó a pelar el cable con la banda que tenía en ese tiempo, y cómo había quedado loco cuando me vio tocando nuevamente. Además estaba un poco ebrio, así que el recuerdo fue un poco jugoso.
Recuerden que los nombres han sido alterados para proteger a los inocentes.
Éxito para todos...
"es una monja porno,
ResponderBorrares le mismo demonio
Es una monja pornooo"
¿me creerias que aun tengo un demo que MC me pasó para un amigo sonidita?...la canción era pegajosa. Saludos
Hola Supercomediante...
ResponderBorrarCreo que deberìas actualizar màs a menudo este Blog, ya que resulta divertido de leer, especialmente entre lìneas... pero claro... quiénes somos nosotros para condenarte... es como condenar un Volcàn Humano...
Podrías apoyarte en Quilodrán, el "editor comdiante" o en un Lloracio Yesfont... no sé. Queremos más, cómo dijo el retrete (se lo escuché a alguién muy ordaca)
Atte
Edgardo Puentes
Analista de Sistemas